Según los estudiosos, la palabra Riaza, etimológicamente, parece ser que hace referencia a la comarca burgalesa de Haza o Aza por donde discurre el río Aza (Riaza) antes de desembocar en el río Duero. Por ello, de río Aza saldría Riaza. Y la Villa de Riaza es una localidad situada en el nordeste de la provincia de Segovia que fue declarada Conjunto Histórico Artístico en el año 1970 y que más recientemente, concretamente con fecha 11 de noviembre de 2021, la Junta de Castilla y León ha acordado declararla Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico por su interesante y bien conservado conjunto armónico de arquitectura serrana de gran interés para el patrimonio cultural.
Es por ello por lo que merece la pena que, al menos, dediquemos un fin de semana para conocer, disfrutar, pasear y tomar un café en alguno de los establecimientos hoteleros de esta histórica y singular Villa. Y es que en estos establecimientos se toman muy en serio las medidas de seguridad higiénica y sanitaria en relación al covid-19, poniendo a disposición de los clientes de numerosos dispensadores de gel hidroalcohólico, por poner un ejemplo. Como todos sabemos después de dos años de pandemia, y tal y como recuerdan desde Stocknet, este gel es capaz de matar una gran cantidad de microbios para, de esta manera, mantenernos a todos sanos y saludables.
El origen de Riaza se remonta a finales del siglo XI e inicios del siglo XII, durante el reinado de Alfonso VI, quien ordena la repoblación de estas tierras recién conquistadas a los musulmanes. Su ubicación privilegiada, en uno de los ejes trashumantes de la Cañada Real Soriana Occidental, la convierte en el siglo XV en un importante centro ganadero y de esquileo de animales, lo que llevó a que el rey Fernando IV, en el año 1304, le concediese el privilegio de un mercado todos los lunes del año, convirtiéndose así en cabecera de la comunidad de Villa y Tierra. Testigo mudo de este rico pasado son sus caserones señoriales con barrocos escudos y rejas.
La Villa de Riaza se organiza en torno a su Plaza Mayor, el espacio público principal de la Villa y corazón de la vida social, cultural y pública. El aspecto actual que presenta data del año 1873, caracterizándose por ser una plaza de forma elíptica y porticada con columnas de piedra o madera que servían de abrigo y cobijo, especialmente en los días de mercado. Las edificaciones que conforman esta Plaza Mayor son casas solariegas del siglo XVIII, que se alternan con casas típicas de la arquitectura popular de la zona. El único edificio exento que rompe la simetría de la plaza y la divide en dos partes desiguales es el edificio del Ayuntamiento, una construcción sobria del siglo XVIII costeada por el duque de Arcos, en cuya fachada figuraban dos escudos, el de la Villa de Riaza y el del duque de Arcos, este último actualmente desaparecido. En su construcción destaca la torre campanario de hierro forjado que alberga un reloj adquirido en el año 1895. La planta baja del edificio albergó la Cárcel de la Villa.
En la parte trasera del Ayuntamiento, se encuentra la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Manto. Una construcción que ha ido sufriendo a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII diversas reconstrucciones y que actualmente alberga una interesan colección de arte sacro.
Reseñables por su antigüedad son dos edificaciones, una del siglo XVI perteneciente a la familia de los Sanz Merino y que conserva en perfecto estado el escudo de la familia en su fachada y en su interior un oratorio barroco del siglo XVII. En la otra edificación aún son visibles la mitra de un obispo natural de la Villa, fray Baltasar de los Reyes del Rio Tapia y Serrano, que lo fue de Ourense y que murió aquí, quedando sin tomar posesión del mismo cargo en Coria (Cáceres), y la inscripción que refiere el citado hecho.
Qué comer en Riaza
La gastronomía de estas tierras segovianas es rica y variada, destacando en sus hornos de leña la preparación del típico cordero asado al estilo segoviano, con agua y sal, el cochinillo segoviano, la careta de cerdo asada, las carnes a la brasa, la carne de novillo de lidia, el pollo de corral o los pescados como la trucha, los tacos de bacalao secos rebozados con harina y fritos en aceite, la caldereta de bacalao, etc. Sin olvidar sus exquisitos y típicos postres como los amarguillos, elaborados según una tradicional receta riazana, tortas de chicharrones, tortas sobadas, las tortas de San Isidro, las castañas asadas con anises, las torrijas o la limonada realizada con vino clarete de la Ribera del Duero, azúcar, canela y cáscaras de limón.