Alfie Miller tiene cinco años y adora los disfraces, por eso, y con la ayuda de papá y mamá, cada semana se disfrazaba de uno de los profesionales que combatían al coronavirus y luego subía sus fotos a la red, e incluso un vídeo. Es su manera de homenajear a los trabajadores esenciales pero también era su vía de escape, su momento especial de la semana para jugar a ser otra persona. Hasta la fecha en que se publicó la noticia en El País, el pequeño Alfie había sido policía, médico, y hasta el primer ministro (Boris Jhonson).
Y es que los disfraces pueden ser uno de los mejores juguetes para un niño. En cientos de escuelas infantiles crean el rincón del baúl de los disfraces, un espacio diseñado especialmente para que los pequeños puedan disfrazarse de lo que quieran y convertirse en otras personas durante sus jornadas de juego. Son los conocidos juegos de roles, o el jugar a ser, unos juegos fantásticos tanto para el desarrollo personal del niño como para aprender a ponerse en el lugar de otro e incluso compartir emociones.
Pero ojo, no hace falta llenarle un baúl enorme a nuestro pequeño con disfraces carísimos con los que poder convertirse en la princesa de Frozen, Spiderman, Bombero, Médica o Troglodita, en realidad, si queremos dejar que el niño o la niña sean creativos en este juego de roles, debemos facilitarle ciertos accesorios pero dejando que sean ellos quienes compongan su look final. En La Casa de los Disfraces podemos comprar muchísimos accesorios, pelucas, antifaces, túnicas, calzado, gorras y mil cosas más con las que crear fantásticos personajes. Así, con una gorra de policía, una pistola de un juego de vaqueros que compraste hace tiempo y un cinturón, tu hija puede convertirse en la mejor agente de policía del país en cuestión de segundos. Y si le va más el juego de princesas, tal vez con una corona, unos bonitos zapatos y un tutú del color que más le guste puede convertirse en una de ellas.
No se trata de que no le compremos ese disfraz de Superman que adora por ser su superhéroe favorito, se trata de que le compremos solo ese porque le hace mucha ilusión y luego le enseñemos a usar su imaginación para transformar cualquier objeto en lo que necesite, usando accesorios, ropa vieja o juguetes. Todo es válido para crear magia en casa ¿verdad?
Materiales
Pañuelos grandes de colores, o telas y retales de sábanas que ya no usemos pueden ser su mejor aliado para ser un romano, un médico, un panadero o una bailarina. Una simple tela cuadrada y cuántas cosas puede ser: una manta, una capa, una cortina para una cabaña, un portabebés, un vestido, una falda, una bandera, un muro de una fortaleza, de una casita…
Pero aún hay más, en su baúl, además de algunos accesorios especiales y telas, podemos poner cintas de colores que pueden servir de adornos para el cabello, de cinturones, de cuerdas para sujetar las telas, etc.
Pon también un par de gorros, puedes comprarlos o hacerlos tú con fieltro o goma eva. Incluso pueden ser una tarde de manualidades perfecta antes de convertirse en accesorios del baúl de los disfraces.
Los beneficios de disfraz en los niños
Estimulan su creatividad y la imaginación
Con un disfraz pueden convertirse en lo que quieran pero, lo más importante, es que también pueden vivir cualquier situación, desde combatir a un temible dragón hasta curar a sus peluches enfermos, pueden vivir aventuras especiales dentro de cuevas misteriosas y pueden convertirse en pequeños monstruos capaces de atacar grandes ciudades, nunca se sabe qué nos puede deparar la imaginación de un niño.
Desarrollan su empatía
Buena parte de las dificultades del niño para integrarse en la sociedad están asociadas a la empatía, no tanto por su ausencia como por su desarrollo tardío o insuficiente. Disfrazarse es una invitación a ser otros, a sentir como otros y a entender los problemas de otros. Aunque pueda sorprender, el cambio de perspectiva que exige este elemento ha demostrado ser más eficaz que la mayoría de las terapias sociales.
Socializan
Con un buen disfraz pueden jugar con otros niños haciéndose pasar por cualquier rol que les guste y, así, pueden crear historias juntos de fantasmas, princesas, bomberos o magos. Gracias a este tipo de juego, los niños pueden crear oportunidades perfectas para mejorar sus habilidades sociales y desenvolverse entre ellos sin la ayuda de sus padres o tutores.
Pierden la vergüenza
Muchas veces, siendo ellos mismos tiene vergüenza hasta de saludar a ese familiar que hace tiempo que no ven, pero convirtiéndose en Indiana Jones son capaces de mover montañas, de hablar en público explicando sus proezas o de investigar un misterio junto a su compañero de aventuras. La timidez no es mala, pero demasiada timidez puede traer consecuencias para el niño, incluso el aislamiento social en la escuela. Ponerse el disfraz más ridículo que encontremos y enfrentarnos a nuestros miedos es una forma sencilla y rápida de reducir e incluso eliminar este problema.
Mejoran las habilidades comunicativas
Puede que no sepan muy bien qué tienen que decir en ciertas situaciones reales pero ante las experiencias que crean en su mente son capaces de crear vocabulario, giros y códigos lingüísticos diferentes a los habituales.
Desarrollo emocional
Disfrazados de superhéroes, profesiones, animales o cualquier otra cosa que puedan imaginar, los niños son capaces de expresar emociones dejándolas salir desde dentro con el fin de interpretar el papel. Un veterinario que ha salvado a un perrito puede expresar alegría, pero tal vez no pueda salvarlos a todos y uno de ellos se ponga demasiado malito, entonces el veterinario expresará tristeza y el niño, convertido en ese personaje, dejará aflorar esa alegría o tristeza según convenga en la situación que ha creado su mente. Así, expresarán risa, llanto, felicidad, tristeza, miedo, valentía y cualquier otro sentimiento que concuerde con su vivencia mágica.
Como veis, los disfraces pueden ser muy beneficiosos para los niños, tanto para desarrollar su creatividad como su personalidad, e incluso para desarrollar sus capacidades, en todos los sentidos.