Nuestras vecinas las palomas, ventajas y problemas.

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Adoradas por unos y repudiadas por otros, las palomas comparten espacio con el hombre en pueblos y ciudades de todo el mundo. Habitan en plazas y parques, aportando un toque de color al paisaje urbano. Sin embargo, su proliferación descontrolada ocasiona problemas que es necesario resolver.

Se dice que en Nueva York habitan 8 millones de palomas. En el siglo XVII, los españoles llevaron las palomas a América como una fuente de alimento. Algunos barcos se hundieron por el camino, en otras ocasiones, las palomas se escapaban de los palomares al encontrarse en hábitat nuevo. Estas situaciones dieron lugar a que las palomas se dispersaran por todo el mundo, y aumentaran su población sin control.

Las palomas, en origen, son un ave procedente de las costas del norte del África. Con el cambio de estación emigraban a Europa y a Oriente Medio. El hombre comienza a domesticar las palomas en el neolítico, cuando se hace sedentario. Lo hace para comerlas, como sucede con las gallinas. Con el tiempo se da cuenta de que este animal tiene una capacidad de orientación impresionante, y las amaestra para transportar mensajes.

En la antigua Grecia, unas ciudades se comunicaban con otras a través de pequeñas notas que escribían en trozos de tela y anudaban en las patas de las palomas con una cuerda fina. Cuando terminaban las olimpiadas, se soltaban palomas que comunicaban el resultado de la competición a las ciudades vecinas.

Durante siglos, los ejércitos adiestraban palomas para enviar mensajes del frente al cuartel general, y viceversa. Se sabe que las palomas pueden encontrar el camino de vuelta a casa a una distancia de 1.000 kilómetros.

Las palomas también despertaron una gran admiración por su belleza. El emperador mongol Akbar “el Grande” que reinó en el siglo XVI llegó a tener más de 10.000 palomas en su colección personal.

Las ciudades son un hábitat idóneo para estos animales. El relieve de los edificios se asemeja a los acantilados de los que proceden. No tienen ningún problema para instalar en ellos sus nidos. Las construcciones de los hombres estimulan su capacidad de orientación. En los núcleos urbanos encuentran una fuente de alimento permanente, ya sea por la comida que le tiran los transeúntes, o simplemente por los desechos que genera el ser humano.

Sin embargo, como nos comentan los expertos de Control de Aves Madrid, sus excrementos transmiten enfermedades, dañan las viviendas, atascan los canelones y ocasionan graves problemas de convivencia.

Ventajas.

En el blog de curiosidades «Qué beneficios tiene…» nos comentan que las palomas ayudan a mantener el equilibrio del ecosistema urbano.

Es una forma de eliminar desechos orgánicos, entre otras cosas porque se ha convertido en su principal alimento. Las palomas en la ciudad se alimentan de la basura que nosotros mismos generamos. Por otro lado, son insectívoros, evitan la propagación de plagas de insectos como pueden ser los mosquitos.

Se han convertido en un elemento que realza la belleza de determinados lugares. No podemos concebir la Plaza de San Pedro en el Vaticano, Trafalgar Square de Nueva York o la Plaza del Pilar de Zaragoza sin el inmenso manto de palomas que cubre su superficie.

Algunos estudios psicológicos determinan que sentarse en el parque y dar de de comer a las palomas es un acto que nos ayuda a combatir el estrés. También fomenta el cuidado de los animales, en tanto que nos preocupamos por su alimentación.

Ciertos laboratorios, diseccionan cadáveres de palomas para medir el nivel de contaminación de nuestras ciudades, y en concreto la cantidad de metales pesados como el plomo o el zinc. Tras observar la proporción que se encuentra en su organismo, permite a las autoridades tomar medidas para corregirlo.

Problemas.

Los excrementos de las palomas son un corrosivo que deteriora los monumentos. Esto es especialmente preocupante cuando hay un crecimiento desproporcionado de su población o una concentración desmesurada en determinadas áreas.

Puede llegar a suponer un factor de contaminación química, pero sobre todo, las palomas son un transmisor de enfermedades. Estas son algunas que puede contagiar al ser humano:

  • Histoplasmosis. Se trasmite por un hongo que se encuentra en el excremento de las palomas. Afecta al hombre en los lugares donde hay una alta concentración de heces, como pueden ser dormideros. En la mayoría de los casos es asintomático, pero puede ocasionar molestias en el sistema respiratorio, produciendo fatiga, tos, dolor de pecho y fiebre.
  • Criptococosis. Se produce por un hongo existente en las heces de las palomas que fermenta al entrar en contacto con el aire. El hombre lo inhala accidentalmente y pasa al torrente sanguíneo, donde puede afectar al sistema nervioso, ocasionando rigidez del cuello, dolor de cabeza y fiebre.
  • Salmonelosis. Una de las causas de la salmonelosis proviene del excremento de las aves. Cuando este se seca forma un polvo que el aire puede esparcir y depositarlo en la superficie de los alimentos que consumimos.
  • Psitacosis. Se contrae por la respiración accidental de polvo fecal seco del excremento de las palomas y lo transmite la bacteria Chlamydophila psittaci. Tiene un periodo de incubación de 10 días y produce fiebre y dolores de cabeza. Puede evolucionar en neumonía. Se trata con antibióticos.
  • Encefalitis Viral. Lo transmiten los mosquitos, que después de picar a las palomas pican al hombre. Afecta al sistema nervioso y produce efectos como desmayos y pérdida del conocimiento.
  • Escherichía Coli. Es una bacteria que vive en el intestino de los humanos y en grandes cantidades en las heces de las palomas. Produce diarrea y deshidratación. Se contrae cuando la bacteria ha llegado a nuestras manos y después nos tocamos la boca o la nariz. Por eso, cuando hemos estado en un ambiente cargado de palomas como pueden ser plazas o jardines, es recomendable lavarse las manos.

Las palomas producen suciedad. Cada paloma genera unos 12 Kg de excrementos al año. Sus heces tienen un alto contenido de ácido úrico y ácido fosfórico, lo cual genera una rápida oxidación de metal, dañan la pintura de los vehículos y disuelven la piedra caliza.

Tienen la costumbre de picar constantemente materiales poco resistentes como cementos de los tejados, cañerías externas, revoques de las fachadas. Lo hacen para complementar el aporte mineral a su dieta y para crear elementos abrasivos con los que triturar los alimentos en su molleja. Como consecuencia, erosionan lenta y progresiva del mobiliario urbano.

Después de la contaminación ambiental, la proliferación de palomas es el principal problema en la conservación del patrimonio histórico monumental.

 Control de la población de palomas.

Como dice José Ramón Caballero, presidente del Colegio de Veterinarios de Ciudad Real, en una entrevista que le hicieron para la Cadena Cope, las palomas que habitan en las ciudades no son animales domésticos. Son animales salvajes que comparten espacio con el hombre. No existe ningún control veterinario sobre su salud, ni sobre su población. El aumento desproporcionado, en cuanto a su número, se ha convertido en un problema en las ciudades.

Son los ayuntamientos los que tienen que tomar cartas en el asunto. Limitando el hábitat de palomas a espacios controlados y recurriendo a empresas especializadas en su recogida cuando se forman colonias masificadas.

Hay que tratarlo como un asunto de salud pública, como se trata la potabilización de las aguas y como un problema de contaminación ambiental. Planteándolo con la misma importancia con la que se aborda el control de las emisiones de CO-2.

Algunos edificios públicos y comunidades de propietarios contratan a empresas especializadas para instalar medios disuasorios que eviten que las palomas se asienten en sus fachadas y tejados.

Una de las soluciones más efectivas es la instalación de pinchos sobre cornisas, canalones y rótulos. Son varillas de acero con base de policarbonato estabilizado contra los rayos ultravioleta. Se colocan en tiras atornilladas por la base o empleando pegamentos especiales. Con ello se consigue que las palomas no se posen sobre las zonas protegidas.

Otra de las técnicas utilizadas es la colocación de redes de polietileno sobre terrazas y tejados. En el área que se ha cubierto, las palomas evitan colocar sus nidos y se mueven hacia otras zonas en las que encuentran menos escoyos.

Las palomas urbanas han encontrado en los huecos de las placas de los paneles solares un lugar ideal en el que anidar y poner los huevos. Están resguardadas de la lluvia y del viento, se mantienen a la sombra, con una temperatura constante que facilita el nacimiento de las crías. El hombre ha creado para ellas el hábitat de procreación perfecto, mejor que ningún otro lugar que puedan encontrar en la naturaleza.

Sin embargo, la aglomeración de palomas bajo los paneles solares, también disminuye su rendimiento y su vida útil. Después del desembolso que ha supuesto instalarlos, no podemos permitir que las palomas vayan deteriorándolos con sus excrementos. Para ello se utilizan mallas metálicas que protegen la zona y evitan el acceso a los huecos.

Se ha demostrado que el empleo de medios físicos disuasorios es más efectivo para ahuyentar a las palomas que el uso de repelentes y productos químicos. Si las palomas no están cómodas en un sitio, marchan a otro lado.

 

 

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