Ambos conceptos pueden ir de la mano. El desarrollo a nivel personal y emocional, pueden conllevar al crecimiento espiritual. Sin embargo, no es necesario que, para alcanzar el crecimiento espiritual pleno, logres un avanzado desarrollo personal. Los dos conceptos, pueden caminar juntos o divergen en algún punto del camino, en el cual, el individuo, no cree en la espiritualidad y prefiere moverse en el sentido más terrenal. En cualquier caso, la evolución tanto a nivel personal como espiritual, es importante para todas las personas. No estancarse y crecer a todos los niveles, es parte inherente del ser humano, pese a que algunos evolucionen poco y otros, lentamente. Cada uno, tiene su propio ritmo, sus momentos, necesidades y capacidades de desarrollo.
Para centrarnos un poco en las cuestiones espirituales, no hemos dudado en consultar con El árbol de la vida, expertos en esoterismo, energías y todo lo relacionado con el mundo mágico. Aunque lo oculto y la magia no tienen mucho que ver con la espiritualidad, si es cierto que las energías fluyen por igual en los diferentes campos y aspectos del mundo energético. Todo es energía, todos, somos energía que fluye en uno u otro sentido. Lo trascendental, es justamente eso, que fluya y no se estanque.
Antes de adentrarnos en el crecimiento espiritual, debemos comprender en que consiste el desarrollo personal y porque no es necesario que este, influya en la espiritualidad, cuando al revés, influye directamente.
El desarrollo personal, consiste en el trabajo de la identidad propia, a nivel físico y mental. Los esfuerzos y el trabajo que implica agudizar y fortalecer la mente, la personalidad y el carácter, así como el comportamiento, los hábitos, la forma de comunicarse y relacionarse. El propósito final del desarrollo personal es evolucionar y mejorar la vida en los aspectos externos formados por el entorno personal, laboral, familiar y social.
Un buen desarrollo personal, procura habilidades para ser más efectivo en la gestión vital, mediante la adquisición de recursos y herramientas. Este aprendizaje, es indispensable para aprender a gestionar todos los aspectos que componen la existencia humana. Aunque se trata de procesos internos, no son necesariamente espirituales, pues partiendo de la base de la pirámide de las necesidades humanas, donde se haya la supervivencia, se asciende en la resolución de las necesidades que componen dicha pirámide hasta llegar a la identidad propia donde se encuentran la estima y la autoestima.
Del otro lado, encontramos la autorrealización y lo transpersonal que pertenecen al crecimiento espiritual, pues trasciende el mundo externo, modificando la manera en la que observamos y sentimos el mundo en el que vivimos. Un buen crecimiento personal, acerca al individuo a lo más elevado del ser humano, lo que es en su fuero interno. A medida que vas subiendo peldaños en el crecimiento espiritual, la magia hace su trabajo y se experimenta de una manera automática el desarrollo personal que te acerca a la esencia humana, cambiando tu percepción sobre el mundo y las personas. El crecimiento espiritual, te hace más sabio, amoroso, poderoso, alegre, abundante y por ende, más completo.
En que consiste el crecimiento espiritual
La realidad nos muestra que lo que esta en claro auge es el desarrollo personal que incide directamente en la forma en la que nos relacionamos. El entorno laboral es uno de los que más favorecidos se ve en este sentido y de los que más procura que se practique dicha evolución personal. Esto es así porque en gran medida, una buena gestión a nivel propio, contribuye directamente a una buena gestión en el trabajo, la vida social, la personal y la familiar. Pero no implica necesariamente, el crecimiento espiritual que ha ido convirtiéndose en tema tabú por la asociación directa que se hace con la iglesia, sus leyes y Dios. Sin embargo, el crecimiento personal va más allá de las diferentes interpretaciones que puedan ofrecer las múltiples religiones. En tal caso, no es necesario desestimar las enseñanzas propias de cada religión en asuntos de espiritualidad, pero si cuestionar algunas de esas creencias arraigadas y heredades que no siempre nos hacen crecer.
Un ascenso en la pirámide del crecimiento personal, acerca a la integración de los valores trascendentales que se encuentran por encima de lo cotidiano y definen objetivos que se establecen por encima de lo personal.
Por lo tanto, no contemplar el crecimiento espiritual en la vida, frena y limita las capacidades como persona poseemos y debemos desarrollar para sentirnos más plenos y satisfechos con nosotros mismos.
Siendo así, se entiende como crecimiento espiritual la capacidad de saber que existe algo más de lo que vemos, sentir la energía en todo lo que nos rodea, ser más tolerantes, humildes y actuar cuando sea necesario frente a determinadas situaciones. Un paso por delante del desarrollo personal, el crecimiento interior, permite sentir que el espíritu, la esencia propia, la energía, la abundancia interna y la interior, son el verdadero yo. Ese lugar donde residen los sentimientos y emociones más puras. Este paso tan trascendente, implica llevar cabo un cambio de chip, abrir la mente, expandirla, asimilar información, analizarla, valorarla y hacerla tuya.
En resumidas cuentas, el despertar de la conciencia espiritual que conlleva el crecimiento, consiste en un viaje a través de nuestro interior. En la mayoría de las ocasiones, este viaje, se inicia cuando se da un momento de crisis personal en el que se buscan respuestas para resolver los conflictos internos y externos a los que nos vemos sometidos.
Es en los momentos difíciles de la vida en los que se suele desencadenar el deseo interno de hallar las causas y determinar los porqués de que nos sucedan ciertas cosas. A esto se une la necesidad de descubrir y comprender cual es el significado y propósito más profundo de lo que acontece en nuestras vidas.
Las crisis que pueden llevar a la necesidad de iniciar este viaje interior, pueden ser de pareja, laborales, una enfermedad, el duelo ante una pérdida e incluso los hábitos perjudiciales que adquirimos a lo largo de la vida o las relaciones personales.
Son muchas las ocasiones en las que ante la búsqueda de ayuda profesional de diversa índole, para ser capaces de sobrellevar o superar lo que ocurre en nuestro interior, propicia la búsqueda interna para poder encontrar las respuestas.
Esta es la forma más habitual de iniciar el viaje, pues ante todo ese maremágnum en la esfera emocional, nos encontramos en un momento más abierto, perceptivo y proclive a ahondar en nuestro ser. No obstante, en ocasiones este crecimiento, se inicia debido a un deseo interno de conocernos y comprendernos a nosotros mismos. Nos formulamos preguntas que llevan a ese viaje interior en el que nos descubrimos a nosotros mismos.
Algunas de esas preguntas que te van sumergiendo en el viaje son las siguientes:
- ¿Quién soy en realidad?
- ¿Por qué estoy aquí?
- ¿Qué puede hacer que mi vida tenga sentido?
- ¿Por qué me pasa esto?
- ¿Cómo puedo ayudarme a mí mismo o misma?
Estas y todas las que vayan en el mismo sentido, son las preguntas clave que todos nos hacemos en algún momento de la vida. Buscar las respuestas para entender lo que nos pasa y proporcionar un sentido a nuestra existencia, es el primer paso para empezar ese viaje del que se habla del crecimiento espiritual.
Sin duda, este viaje por nuestro ser, el del autoconocimiento, puede resultar abrumador e incomprensible para nuestra mente racional. Razón de más para tomar este aprendizaje con calma, sin prisa y sin crearse ninguna expectativa. Simplemente, abre tu mente y permite que le proceso fluya como una experiencia que va a aportar a tu existencia un aprendizaje y evolución a nivel interno.
La mirada interior
En eso consiste este viaje: mirarse por dentro. La transformación personal que pasa por la espiritual, incluye una mirada interior y la forma en que tu ser te hace ver el mundo. A través de este viaje, le significado de la realidad y esa forma de percibir el entorno, cambia.
Al principio esa percepción es más sutil. A medida que se avanza por las diferentes etapas o fases del aprendizaje, tu mente se abre a una conciencia superior que rompe con patrones y creencias que ya no son útiles. Esta ruptura lleva al individuo a crear un estilo de vida más genuino, libre y acorde con su propio ser.
Se adquiere un alto nivel de comprensión sobre uno mismo, la vida y el entorno que confieren poder para alcanzar los retos que parecían inalcanzables. Este viaje a través de la espiritualidad, permite fortalecerse a la vez que flexibiliza nuestra esencia.
El desarrollo personal es inevitable para avanzar en la vida, el crecimiento espiritual, también. El primero por su necesidad para afrontar los restos de la vida cotidiana, el día a día y saber desenvolverse con soltura en todos los ámbitos de la vida. El segundo para encontrar la paz interior, la calma y, recuperar la salud mental que tenemos olvidada. Conectar nuestro yo interno con el externo, es la mejor manera de disfrutar de una vida plena y satisfactoria sin necesidad de codiciar y anhelar aquello de lo que carecemos o, sentir que no merecemos nada. Equilibrio, es la palabra clave con la que culmina, este viaje.